Asociación Andaluza de Egiptología (ASADE), 2004. — 100 p. — (Colección Estudios de egiptología 2).
La existencia de una masa de esclavos que participaron en las grandes obras de
construcción del antiguo Egipto aparece por doquier en el imaginario genneral. No
obstante, su verificación a lo largo de la historia de la civilización faraónica no es
igualmente clara en las fuentes preservadas. En este trabajo se discute cómo
puede ser definida “la esclavitud” en Egipto durante el período del Imperio Nuevo,
sus implicancias teóricas y su correlato documental.
Desde una perspectiva teórica, debemos pensar la esclavitud como una “forma
jurídica” de propiedad que da al posesor determinados derechos sobre la persona
de un sujeto humano. Si bien podemos considerar que la categoría “esclavo” es
un concepto jurídico, la relación económica que implica a este sujeto privado de
derechos lo convierte en un bien alienable, ya que puede ser vendido.
Entendemos que la esclavitud implica entonces una forma de propiedad y como tal
conserva su valor en los intercambios. Algunos problemas surgen al considerar el
valor de los esclavos y su diferencia con los servidores domésticos y otros
trabajadores en un modo de producción que no es esclavista. Los límites entre las
distintas categorías son difusos y complejos de establecer, pero a través de la
documentación podemos observar que el Estado egipcio, por diversos motivos,
otorgó cautivos a ciudadanos individuales y estos esclavos, en su función
económica, eran muchas veces equivalentes a los servidores. Es evidente pues
que en Egipto no se constituye una forma específica de trabajo con los rasgos
típicos de la esclavitud clásica. El esclavo en el Egipto ramésida es un sujeto que
se adosa a un conjunto dado de relaciones sociales. En este sentido se vuelve
necesario distinguir esclavos y servidores de acuerdo a las diferencias existentes
entre las relaciones de producción que implican a unos y a otros.