Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos Chile, 2016. — 438 p.
William Sater continúa su preocupación por el evento militar de 1879. Esta vez entra en la guerra misma y con una minucia sorprendente entra en campañas, batallas y combates, como asimismo en la organización o falta de ella en los tres países involucrados, y la falta de preparación. Los altos mandos son juzgados con dureza, no pocas veces con exageración, como ocurre con Juan Williams Rebolledo, que queda a la altura del suelo, calificado como "esclerótico", apático e inepto, cuyas deficiencias para el mando son conocidas desde hace mucho tiempo. Pero Sater agrega opiniones de su propia cosecha que nos dejan abismados, como ocurre al describir la incursión al Callao: "Al parecer no planeaba seriamente atacar a la flota peruana en su ancladero. El almirante era un hombre que se había puesto cada vez más protector de su propia salud y reputación, y se negaba a realizar cualquier acto que pusiese en peligro a cualquiera de las dos. Como ya se ha observado, esperaba sacar provecho de su historial de guerra para convertirse en Presidente de la República. A mediados de junio se hacía cada vez más evidente que su estrategia de perder el tiempo en el puerto de Iquique había empezado a causar hostilidad en el público. Por lo tanto tenía que hacer algo para salvar su carrera política en ciernes. El ataque al Callao tenía dos objetivos: le permitía presentarse como agresivo sin exponerse a sí mismo ni a su flota al peligro. También aumentaba su reputación como héroe de guerra.