Osprey Publishing, 1994. ― 95 p. ― (Ejercitos y Batallas 09).
La senda hacia 1815.
El ardor inicial de los ejércitos revolucionarios franceses había ido aumentando con el paso del tiempo hasta convertirse en un arma formidable en manos de un solo hombre: Napoleón Bonaparte, quien no había vacilado en blandiría con fines nacionalistas y personales en la búsqueda de la mayor gloria de Francia y de su república. En 1814, no obstante, superada ya la aparente culminación de sus éxitos en Tilsit, el mito de la invencibilidad de Napoleón se derrumbó por completo. Otros países habían ido obteniendo gradualmente confianza a base de imitar sus tácticas y métodos de organización, y Rusia había demostrado los resultados que podían obtenerse soportando la situación hasta su amargo final, proceso que costó al emperador la pérdida de más de 400.000 hombres. Dos años después de la devastadora catástrofe de la campaña de Rusia, Francia se hallaba exangüe tras un enfrentamiento abrumadoramente desigual.